El significativo impacto de la pandemia generada por el COVID-19 en la vida de las personas, ha ocasionado que aproximadamente 2.600 millones (un tercio de la población mundial), se encuentren bajo algún tipo de cuarentena.

Sin duda, el nivel de incertidumbre que se ha desatado en la economía y el camino ideal para la recuperación, es muy difícil de pronosticar y aunque no existe una iniciativa conjunta de la política global; en este momento, los países de forma individual recién comienzan a tomar importantes medidas que buscan amortizar sus sistemas económicos y población durante este difícil período.

Generalizadamente, la manera en que ahora vivimos y trabajamos está cambiando y del mismo modo, algunas de las nuevas medidas emergentes formarán parte de una “nueva normalidad”. Por su parte, las empresas inician una transición al reingreso donde, tendrán que reinventarse y ser más resilientes, adaptando sus modelos de negocio y operatividad.

En el caso de la industria inmobiliaria se puede afirmar que la pandemia ha apresurado algunas tendencias ya evidentes. Por ejemplo, la demanda de solicitudes en línea ha ido en crecimiento y lo más probable es que esto continúe así, pues, aunque la inversión en bienes raíces ha fluctuado a través de diferentes recesiones mundiales, la tendencia es que tenga mayores asignaciones ya que el sector inmobiliario continúa ofreciendo rendimientos ajustados a un menor riesgo en comparación con otras inversiones de activos. Resultando una ventaja de diversificación en períodos de mayor volatilidad en los mercados.